“You Led a Good Life”
By Mort Laitner
It was one of those days where my life’s real troubles were apt to be things that never crossed my worried mind; the kind of day where I was literally blindsided at 9 am on an idle Tuesday morning.
At 8:00 am, I voted in the Bush-Clinton presidential election.
At 8:30 am, I cruised, top down, in my spanking-brand-new blue Miata. As the cool November breeze parted my hair, the sun baked the top of my head. I smiled the smile of a trouble-free man driving his mid-life toy. No need for the radio to be on, this picture needed no background music.
Damn it!
I heard the mood-breaking, troubling beeps emanating from my pants pocket. The digital number displayed on my beeper was a co-worker, followed by our emergency code. As I pulled off I-95, I worried about finding a pay-phone in this dangerous neighborhood. I found one and, of course, it was broken. The next phone I located worked, but my co-worker failed to pick up.
Machine: “This is the Department of Health and Rehabilitative Services, please clearly enunciate your name, phone number and message after the beep.”
As my mood shifted into negative mode. I responded in a firm tone, “If you beep someone with an emergency, please try to be near your phone so you can respond,” slamming down the receiver in an act of frustration.
At 8:45 am, fifteen minutes wasted, I jumped back in my car, clicked on my seat belt, as I started driving toward the 401 building. I remembered the promise I made to that state trooper three months earlier who was about to write me a ticket for failure to wear the belt. “Officer, as a fellow state employee, I promise you from this day on, I will always wear my seat belt when behind the wheel of my automobile.”(The promise worked. I didn’t get the ticket.)
At 8:58 am, I felt the beeper in my shirt pocket. I screamed, “I HATE PEOPLE WHO YELL EMERGENCY WITHOUT WAITING FOR A RESPONSE!” (You can do this in a convertible on I-95 and no one but G-d hears you.)
At 8:59 am, catharsis, the scream worked. I felt much better as I turned off the freeway. I was two blocks away from my office.
At 9:00 am, I drove under the overpass. Shadows in dark shades of grey reflected on the cement pillars as I waited for the light to change. Green appeared. I inched forward as I glanced to my right. I saw a ten ton truck running the red light right into me. I entered a slow motion world. I heard a deafening screech of brakes. Then, the loudest crash I had ever heard.
I blacked out as my brain shifted into pause.
In total darkness, an inner voice said, “You’re dead.”
The voice then said the five most important words I ever heard, “You led a good life.”
Now the viewing screen in my mind imagined a large VCR and a heavenly finger pushing down on the play button. The VCR and the hand disappeared, only to be replaced by black and white twirling clouds. These clouds formed a tornado. This speeding funnel disappeared as my eyes began to focus on the exploded air-bag. The smell of burning rubber and noxious gasses burned my nostrils as my body rattled from the blow of the air-bag.
I had to get out of the car.
I WAS ALIVE!
Next thought, am I a quadriplegic?
Moving my left hand pinkie finger on the door handle, I appreciated that I have control of one of my hands.
Next thought, am I a paraplegic?
Slowly I popped the lock and the Miata door opened. Breathing in toxic fumes, I said a silent prayer, “Please G-d let me get out of this car.”
I scanned my body for injuries. As I looked for blood, I only saw a small scratch on my ring finger from which one tear-shaped droplet of blood flowed.
With all the energy I could muster, I pushed my body out of the wreck.
I screamed and jumped for joy, “I’m the luckiest man—I’m alive—I’m not paralyzed!”
Standing next to me was the lady whose car the truck slammed my car into. In amazement she asked, “Are you okay?”
“Am I okay? I am the luckiest person in Miami,” I bellowed.
She eye-balled my destroyed vehicle not appreciating my love of life and health.
The police arrived and issued the truck driver a ticket.
Then the ambulance arrived. The paramedics examined me. As I lay on their stretcher with a blood pressure cuff strapped to my arm, I studied my ring finger. I couldn’t believe what I observed. Miraculously, the scratch and the blood had vanished. The paramedics recommended I go to the hospital for further tests. I declined their offer, still mystified over what happened to the cut.
As I walked the two remaining blocks to my office, I reflected on how the airbag and the seatbelt saved my life. I marveled at the sun’s rays piercing though the clouds. I wondered out loud, “Had I really led a good life?” For the third time that day, I stared at my ring finger which triggered the memory of that heavenly finger pushing down on the VCR play button. On that cool November day, I no longer worried about my life’s troubles because I knew the answer.
Tú Tuviste Una Buena Vida
Por Mort Laitner
Era uno de esos días en el cual los verdaderos problemas de mi vida solían ser las cosas que nunca cruzaron mi preocupada mente; el tipo de día en el que fui literalmente sorprendido a las 9 AM de una mañana de Martes sin ocupaciones.[1]
Alas 8 AM, voté en la elección presidencial de Bush-Clinton. A las 8:30 AM, paseaba, por aquí y por allá, en mi nuevo de paquete Miata azul. Mientras la brisa fría de Noviembre separaba mi cabello, el sol horneaba la parte de arriba de mi cabeza. Yo sonreía la sonrisa de un hombre sin problemas manejando su juguete de mediana edad. No había necesidad de prender el radio, este panorama no necesitaba música de fondo.
¡Maldita sea!
Oigo el cortante, inquietante sonido emanando del bolsillo de mi pantalón. El número digital mostrado en mi beeper era el de un compañero de trabajo, seguido por nuestro código de emergencia. Mientras me salía de la I-95, me preocupaba de encontrar un teléfono público en ese peligroso barrio. Encontré uno y, por supuesto, estaba roto. El siguiente teléfono que encontré estaba bueno, pero mi compañero de trabajo no respondió la llamada.
Máquina: “Este es el Departamento de Salud y Servicios de Rehabilitación, por favor diga claramente su nombre, número de teléfono y mensaje después del beep.”
Mientras mi buen humor cambió a mal humor, respondí con un tono firme, “Si tú le mandas un mensaje de emergencia al beeper de una persona, por favor trata de estar cerca de tu teléfono a fin de contestar la llamada,” tirando la bocina en un acto de frustración.
A las 8:45 AM, quince minutos perdidos, me volví a meter en mi carro, poniéndome mi cinturón de seguridad, mientras comenzaba a manejar hacia el edificio 401. Yo recordé la promesa hecha a un policía del Estado tres meses antes, quien iba a ponerme una multa por no utilizar el cinturón de seguridad. “Oficial, como compañero de trabajo del Estado, le prometo que de ahora en adelante, utilizaré mi cinturón de seguridad cuando esté detrás del timón de mi automóvil.” (La promesa funcionó, no me puso la multa.)
A las 8:58 AM, sentí el beeper en el bolsillo de mi camisa. Yo grité, “¡ODIO A LAS PERSONAS QUE GRITAN EMERGENCIA SIN ESPERAR POR UNA RESPUESTA!” (Tú puedes hacer esto en un convertible sobre la I-95 y nadie más que Di-s puede oírte.)
A las 8:59 AM, catarsis, el grito funcionó. Me siento mejor mientras salgo de la autopista. Estaba a dos cuadras de mi oficina.
A las 9:00 AM, manejo debajo del puente de la autopista. Sombras de gris oscuro se reflejan en los pilares de cemento mientras esperaba por el cambio de la luz del semáforo. El verde apareció. Conduje hacia delante y eché una mirada a mi derecha. Yo vi un camión de diez toneladas llevándose la luz roja directamente hacia mí. Yo entro en un mundo de cámara lenta. Oí un ensordecedor chillido de frenos. Luego, el más ruidoso choque que yo alguna vez había oído.
Sin recordar lo que pasó por un instante mi cerebro cambió a pausa.
En total oscuridad, mi voz interior dijo, “Estás muerto.”
La voz luego dijo las cinco palabras más importantes que yo haya oído, “Tú tuviste una buena vida.”
Ahora la pantalla que se veía en mi mente imaginó un gran VCR y un dedo celestial presionando hacia abajo el botón de reproducción. El VCR y la mano desaparecieron, solo para ser reemplazado por nubes blancas y negras que daban vueltas. Estas nubes formaron un tornado. Este embudo veloz desapareció mientras mis ojos empezaban a enfocarse en la bolsa de aire explotada. El olor de goma quemada y gases nocivos quemaron mis orificios nasales mientras mi cuerpo se traqueteaba por el golpe de la bolsa de aire.
Tuve que salir del carro.
¡ESTABA VIVO!
Mi siguiente pensamiento, ¿soy un cuadrapléjico?
Moviendo mi dedo meñique de mi mano izquierda sobre la manija de la puerta aprecié que tenía control sobre una de mis manos.
El siguiente pensamiento, ¿soy un parapléjico?
Lentamente le quité el seguro y la puerta del Miata abrió. Respirando gases tóxicos, dije una oración en silencio, “Por favor Di-s déjame salir de este carro.”
Escaneé mi cuerpo de heridas. Mientras buscaba sangre, solo vi un pequeño rasguño en mi dedo anular del cual fluía una gota de sangre en forma de lágrima.
Con toda la energía que pude reunir, empujé mi cuerpo fuera de los restos del carro destrozado.
Grité y salté de la alegría, “¡Soy el hombre con más suerte— Estoy vivo— No estoy paralizado!”
Parada al lado de mí estaba la dama cuyo vehículo fue chocado por mi carro cuando el camión le pegó. Asombrada preguntó, “¿Estás bien?”
“¿Si estoy bien? Soy la persona más afortunada de Miami,” grité.
Ella miró detenidamente mi destruido vehículo sin apreciar mi valoración de la vida y salud. La policía llegó y multó al que manejaba el camión.
Luego la ambulancia llegó. Los paramédicos me examinaron. Mientras estaba en su camilla con el medidor de la presión atado a mi brazo, estudié mi dedo anular. No podía creer lo que observé. Milagrosamente, el rasguño y la sangre se habían desvanecido. Los paramédicos recomendaron que yo fuera al hospital para hacerme exámenes adicionales. Yo decliné su oferta, todavía mistificado por lo que le había pasado a la herida.
Mientras caminaba las dos cuadras que faltaban para llegar a mi oficina, yo reflexioné de cómo la bolsa de aire del carro y el cinturón de seguridad salvaron mi vida. Me maravillé al ver los rayos del sol atravesando las nubes. Me pregunté en voz alta, “¿En verdad he tenido una buena vida?” Por tercera vez ese día miré fijamente mi dedo anular lo cual ocasionó que me recordara de ese dedo celestial presionando hacia abajo el botón de reproducción del VCR. Esa fría mañana de Noviembre, no me preocupé más por los problemas de mi vida porque ya sabía la respuesta.
Ou Te Gen Yon Bel Vi
Se Mort Laitner ki ekri istwa sa a
Se youn nan jou kote tout touman nan vi’m pa pase ditou nan lespri’m ki déjà trouble; yon madi matin vè 9 è kote mwen pa wè ni mwen pa tande anyen.
Li 8 è di maten, mal vote nan eleksiyon prezidansièl Bush-Clinton. A 8 è edmi, mwen tap flannen nan dekapotab nèf Miata ble’m nan. Van frèt mwa Novanm nan tegaye cheve’m pandan solèy la tap brile po tèt mwen. Mwen tap souri tankou yon nòm lib ki tap konduyi yon jwèt pou moun laj li. Mwen pa bezwen radio, imaj sa-a ki nan tèt mwen an pa bezwen mizik.
Tonnè!
Mwen tande de son ki tap soti nan pòch pantalon’m ki vin chanje jan’m santi’m. Nimewo yon anploye kap travay avèk mwen parèt sou bipè’m plis kòd ijans lan tou. Mwen kanpe sou I-95 nan e map reflechi kote mwen ka jwen yon telefon piblik nan zòn danjere sa-a. Mwen jwen youn, e li pat travay. Dezièm telefon nan travay, men patnè’m nan pa repon apèl la.
Repondè-a di: “Se Depatman Sante Piblik, Sevis Reabilitatiyon, tan pri kite non ou, nimewo telephon ou avèk yon mesaj lè ou tande son bip la.”
Imè mwen vin chanje avek yon santiman negatif, mwen repon avèk yon ton fèm, “Si ou bipe yon moun avèk kòd ijans, tanpri rete bo telefon ou pou ka repon,” Mwen fèmen telefon byen fò telman mwen te fristre.
Li 8 è 45 nan maten, mwen déjà pèdi 45 minit, mwen prese retounen nan machin lan, mwen tache senti’m e konduyi pou male nan bilding 401 an. Mwen sonje sa gen 3 mwa mwen te fè yon state troopè yon promès paske li ta pral ban mwen yon tikè dèske mwen pat mete senti’m. “Ofisiye, ou se yon anploye leta mèm jan avek mwen, mwen pwomèt ou depi jodi- a, map toujou mete senti’m lè map konduyi.” (Promès lan travay; li pat ban mwen you tikè).
Li 8 è 58 nan maten, mwen senti bipè nan pòsh chemiz mwen. Mwen rele byen fò, “MEWN RAYI MOUN KAP RELE IJANS E KI PA TANN POU REPONN YO!” (ou kapab rele fò konsa nan yon machin dekapotab sou I-95 e peson pa ka tande ou, selman G-d ki kapab).
Li 8 è 59 nan maten, mwen konfòtab, rele-a te bon. Mwen senti’m byen pandan map vire sou gran rout la. Mwen rete 2 blok pou mwen rive nan biwo mwen.
Li 9 è nan maten, pandan map pase enba pon-an gen yon lombraj gri fonse ki reflete sou poto siman lè map tann limie rouj la chanje. Limiè a vinn vèt. Mwen avanse dousman, mwen gade bò dwat lè mwen wè yon gro kamyion dix tonn ki pran limiè rouj la e lap vini dwat sou mwen. Mwen vinn rentre nan yon lòt mond. Mwen tande kamiyon an frennen telman fò mwen ta ka soud. Apre mwen tande yon bri pi fò ke mwen pa janm tande nan vi mwen.
Mwen pèdi konesans lè sèvo’m pran yon pòz.
Pandan mwen pèdi konesans lan, gen yon ti vwa andedan’m ki di’m , “Ou mouri.”
Apre vwa di mwen 5 mo ki pi enpotan mwen pa janm tande, “Ou te gen yon bel vi.”
Kounye an sou ekran kap pase nan lespri’m nan gen yon gro VCR ak yon dwèt diven kap peze bouton pou’l jwe-a. VCR ak dwèt la disparèt, e nuaj blan ak nwa vin ranplase yo. Nuaj yo vinn fòme yon toubiyon. Toubiyon kap vire vit lan disparèt e je mwen vinn kole sou sache pwoteksiyon devan machinn ki pete. Odè kaoutchou brile ak move gaz la brile nen’m e kò mwen tap tranble lè sache pwoteksiyon an frape’m.
Fok mwen soti nan machinn nan.
MWEN ANVI!
Pwochen bagay ki vinn nan tèt mwen, eske mwen paralize nan tout kò’m?
Lè mwen te bouje ti dwèt men gòsh mwen nan mansh pòt la, mwen kontan deske’m te gen yon men mwen ka itilize.
Lòt panse ki vinn nan tèt mwen, eske mwen paralize nan bout enba mwen?
Mwen debloke pot Miata-a dousman. Pandan map respire lafimen toxik, mwen di yon priè an silans, “Silvouplè G-d fè mwen soti nan machinn lan”.
Mwen manyen kò mwen pou’m we si’m pa blese. Mwen tap gade si’m wè san, dwèt bag mwen te grafiyen, yon gout san tap koule e li gwosè yon gout dlo kap koule nan je’w lè wap krie.
Mwen rasanble tout eneji nan ko’m pou’m te soti nan machinn nan.
Mwen rele, mwen sote ak kontantman, « mwen gen anpil chans…mwen vivan…mwen pa paralize. »
Moun ki kanpe bo kote’m nan se madamn kamion an te frape machinn li ki vinn frape machinn pa’m nan. Li te etone e li mande’m, « eske ou ok ? »
« Eske mwen ok ? » Mwen se moun ki gen plis chans nan Miyami, »
Li ouè jan machinn mwen an krase li pa konprann kijan mwen ka kontinie renmen lavi, la sante. La police bay chofè kamion an yon tikèt.
Ambilans vini, paramedik yo examine’m. Pandan mwen kouche sou siviè an ak braslè pou kontrole tension nan bra’m, mwen tap gade dwèt ki gen bag mwen. Mwen pa ka kwe sa’m obsève an. Grafiyen ak san ki te nan dwet mwen an disparèt kom yon mirak. Paramedik yo rekomande pou’m al lopital pou pi plis test. Mwen pa fè sa yo mande’m nan, mwen toujou pa konprann sa ki rive ak dwèt mwen an.
Pandan map mache 2 bloks pou mwen rive nan biwo’m, map refleshi jan sache pwotektion ak senti nan machinn lan sove la vi’m. Map admire reyon soley kap travese niaj yo. Mwen mande tèt mwen byen fò, « Eske mwen reyelman te gen yon bel vi ? » Se twazièm fwa jodi a map gade dwèt ki te deklanche memwa dwet diven ki tap pouse bouton pou jwe VCR lan. Jou mwa Novam fre sa-a, mwen pa enkiyete pou touman lavi’m anko paske mwen konnen repons lan.